El dilema de España es hacer honor a su elevada
misión actuando siempre en Cruzada o degradarse.
No hay término medio.
Basta asomarse a la actualidad o a la historia
para comprobar esta verdad.
Ella constituye la única y sencillísima clave
para comprender de una vez lo que los politiquillos de turno -con el fin de
poder continuar su vida constantemente-, siendo en sí diáfano: la razón de los
altibajos de la vida de España. Y para dar de bruces con el remedio básico de
todos sus problemas, que en puridad se reducen a uno sólo.
Leemos en Menéndez y Pelayo ("Historia de
los heterodoxos españoles", Editorial Nacional, tomo VI, Epílogo):
"España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes,
luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra
grandeza y nuestra unidad, no tenemos otra. El día en que acabe de
perderse, España volverá al cantonalismo...A este término vamos caminando más o
menos apresuradamente, y ciego será quien no lo vea. Dos siglos de incesante y
sistemática labor para producir artificialmente la revolución...El
español que ha dejado de ser católico es incapaz de creer en cosa ninguna, como
no sea en la omnipotencia de un cierto sentido común y práctico las más veces
burdo, egoísta y groserísimo. De esta escuela utilitaria suelen salir los
aventureros políticos y económicos, los arbitristas y regeneradores de la
Hacienda..."
Permítasenos un inciso: ¿Quién no ve
reflejados, en la segunda parte de esta cita, a la situación política imperante
en España y a sus personajes?
Pero a la primera y fundamental parte de la
cita, en verdad y justicia, debe añadirse: España, de la Cruzada mantenida
durante más de siglo y cuarto por el Carlismo, incluso dentro del Alzamiento de
1936 contra las herejías-revoluciones liberales, marxistas, modernistas y de
toda laya y careta...
España y anti-España
Evidente es que siempre que se ha ocupado
España, rica o pobre, en estos objetivos, ha sido grande, porque ha actuado
fiel a su misión, en Cruzada.
Por el contrario, se desconoce, insulta o se
trata de envilecer y engañar a los españoles cuando se les desvía, en la teoría
o en la práctica, de los objetivos propios de la parte elevada de su
naturaleza; se les moteja de ser un pueblo sin pulso; se les inclina y casi
obliga al "estraperlo" religioso, social, político, económico; a
vivir fuera de lo que llaman, aunque hoy casi siempre sin serlo, ley; y por
todos los medios se pretende convencerles de que ese vegetar degradado es
verdaderamente vida y de que son incapaces, por lo menos como pueblo, de
realizar nada más digno.
Eso, y más solapadamente que nunca, se está
volviendo a hacer en España desde casi el principio de la misma guerra de 1936
para acá. Y si se intenta es porque resulta absolutamente necesario conseguirlo
a las fuerzas de la anti-España, que no pueden consentir de ninguna manera que
España exista.
La Cruzada y el Movimiento
Nuestra patria había demostrado una vez más,
con el Alzamiento, lo que era, lo que podía, con la ayuda de Dios; y ello
constituía un peligro mortal para las fuerzas del mal de dentro y de fuera de
España, peligro que a todo trance tenían que eliminar Pero era tal la reacción
religioso-patriótica del pueblo español, la tensión del espíritu de la Cruzada
Nacional de que se hallaba poseído, que hubiera sido contraproducente
combatirlos de frente. En cambio, resultaba táctica adecuada para anular
aquella reacción, aquella tensión, la de irlas frenando y contrarrestando,
dosificada y sistemáticamente, empleando para conseguirlo todo el tiempo necesario
y una completa y maquiavélica trama de engaño. En pocas palabras, la
anti-España tenía que empezar por sustituir el Dios y la Patria verdaderos
que se vivían al principio del Alzamiento Cruzada, por la aparición de esos
mismos nombres y esas mismas banderas que personaliza desde 1937 el llamado
Movimiento o F.E.T. y de las J.O.N.S.
La Cruzada y el Carlismo
El mayor enemigo para conseguir en la realidad
esa situación, esa eliminación disimulada, era y es el Carlismo. Porque aun con
todos sus defectos humanos, el Carlismo constituye en España el único ser
colectivo cristiano completo (social, religioso-patriótico, popular y político
militar), por su bien probado espíritu de Cruzada, por ser él sólo quien pudo
pactar y pactó con el Ejército las condiciones naturales, patrióticas y
políticas en las que debía irse al Alzamiento y desarrollarse éste, por ser y
representar colectivamente, en suma, la verdadera y única España desde que hace
más de un siglo la anti-España usurpó el Poder en nuestra Patria.
Por ello, a hacer desaparecer el Carlismo y a
degradar a España se aplicaron preferentemente los enemigos, aunque empleando,
siempre que les fue posible, fórmulas encubiertas.
Se hizo caso omiso al Pacto-Base del
Alzamiento. La eliminación de todos los partidos, medida absolutamente
necesaria para la salud pública, que en dicho Pacto-Base había quedado
convenida, se sustituyó por la nefasta y tiránica imposición de otro parotido,
nuevo y único, denominado preferentemente al principio F.E.T. y de las
J.O.N.S., y en la actualidad Movimiento. El acto de abuso de fuerza
"creador" de ese "Movimiento", que sólo por conculcar lo
pactado, en nada podía obligar al Carlismo y a España, fue, por otra parte,
ilícito, ilegítimo e ilegal en sí mismo, por negar los postulados de libertad y
dignidad natural y cristiana del hombre y de la sociedad, estableciendo y
ordenando con ello la degradación de nuestra patria y de nuestros compatriotas.
Y no menos ilícito, ilegítimo e ilegal por continuar la usurpación del poder a
la Legitimidad Pública española, al Carlismo -el más grande obstáculo contra la
esclavización del país-, y aun por imponer su muerte, su desaparición, mediante
mezclarle y subordinarle a entes, personas y disciplinas ajenos o importados,
usurpadores y colectivamente no católicos.
El Movimiento y el Carlismo
Mas nada importa a los aventureros y enemigos,
ilicitud, ilegitimidad o ilegalidad más o menos con tal de que le sirvan para
formar la maraña, el embrollo y el tinglado que necesitan para ocupar el Poder
y "disfrutar"; fingidas o reales necesidades de las guerras, primero
la de España y después la mundial; Dictaduras totalitarias, Democracias
orgánicas y Reinos, todo bien revuelto y confundido; absoluto monopolio de la
"verdad oficial" (sea verdad realmente o no lo sea), impuesto por la
censura, por la "información", por la prensa, por la radio, por el
cine; corrupción , coacciones y terror dosificados e inacabables, destierros,
multas, injusticias, cupos y tratos de favor o hambre, cárceles; servidumbre
antinatural y antinatural y anticristiana, impuesta a todos los españoles por
el "Movimiento" gobernante, mediante los sindicatos
nacional-sindicalistas (obligatorios y únicos) para todas las actividades
laborables y profesionales, el llamado "Servicio Social" (en realidad
Servicio fetista) para todas las mujeres que tienen que salir del hogar, el
"Frente de Juventudes", el "S.E.U." y la denominada
"formación del espíritu nacional" (en verdad, del espíritu partidista
de F.E.T. y de las J.O.N.S.), para todos los jóvenes y estudiantes, etc.
Según veremos en seguida, en mala posición
hallaron a los carlistas estos traidores ataques de quienes se presentaban
amigos y compañeros de Cruzada, aunque realmente continuaban siendo los
enemigos de siempre. Cualquier otra planta hubiera muerto en circunstancias
semejantes, y aun tratándose del Carlismo, de España -fuerza incomparable con
cualquier otra humana-, era ineludible que, colectivamente, nos costase mucho
tiempo y enorme esfuerzo identificar a nuestros encubiertos situados y
poderosos adversarios y enemigos, internos y externos, y poder iniciar mediante
ese conocimiento nuestra liberación de embarazos tan intrincados, de confusión
tan grande y de conjura tan tenebrosa. En particular teniendo que sostener a la
vez nuestra existencia y esa lucha, como comprobaremos no sólo desprovistos de
nuestra cabeza ordinaria, el Rey, o en el último caso el Regente, legítimo,
sino conducidos por directores y mandados por jefes cuando menos extraños a
nuestro propio ser.
Mas ya Dios, que ha enviado o permitido estas
pruebas a los carlistas y nos ha otorgado resistencia para soportarlas, ha
comenzado a darnos la fuerza necesaria para continuar cumpliendo con nuestro
deber de percibir y apartar a los adversarios y señalar y contrarrestar a los
enemigos y, si El quiere y nosotros también, vencerles para bien de la Religión
y salvación de la Patria.
Situación del Carlismo
Veámoslo a grandes rasgos en cuanto a la
situación actual del Carlismo y de la Legitimidad en España.
Extinguida en plena guerra, con la muerte de
S.M.C. Alfonso Carlos I, la Dinastía de los Reyes legítimos de España, y, como
tales, Caudillos del Carlismo, debía haberla continuado con el carácter de
Regente de derecho de España el Príncipe Don Javier de Borbón. Pero esa
continuidad y Regencia de España, sin la que nada representa Don Javier ante
ningún español no ante ningún carlista, o no existió nunca en la voluntad de su
titular o fue desapareciendo por sus omisiones y actos, hasta ilegitimarse por
completo. Con ello, al suicidarse políticamente como se ha suicidado, Don
Javier hubiera a la vez inutilizado al Carlismo privándole del factor de la
autoridad, esencial para la existencia de cualquier sociedad.
Pero la Providencia quiso evitar tan grave daño
a la católica España preservando de la muerte al Carlismo vivo y actuante,
totalmente ajeno y opuesto desde siempre al abandono y a la claudicación de Don
Javier, para que, al ilegitimarse éste total y públicamente, mantuviera aquél
la continuidad de ser colectivo conocido con el glorioso nombre de Carlismo
durante más de un siglo de actuación y política propia e independiente; y con
esa continuidad conservadora también la de España, proveyendo a ésta y al mismo
Carlismo de autoridad legítima, soberana y monárquica, aunque provisional, que
sucediera sin truncamiento alguno, y dentro de su función, a los Reyes
legítimos de España y al mismo Regente Don Javier. Ya S.M.C. Carlos VII había
previsto en su Testamento Político la continuidad de su dinastía en la de los
carlistas, si se extinguía la de los Reyes legítimos; y S.M.C. Alfonso Carlos
I, aunque errando en el titular, había establecido la Regencia, como faltando
el Rey es ineludible en un sistema monárquico, para personalizar la dinastía.
Así se hizo por el Carlismo, en representación
de España, quedando proclamada en Montserrat el día 20 de abril de 1958 la
Regencia Nacional de España, legítima autoridad soberana, aunque provisional,
de la Nación.
El "posible" futuro español
Y veámoslo también en cuanto a las otras
"posibilidades" actuales de España.
Evidente es ya la infidelidad a la Cruzada de
1936 de la situación gobernante y de todos sus aliados, y clarísimo que van
sumiendo a España y a los españoles en el abismo. Testigos, la inmensa mayoría
de nuestros compatriotas, aun de los privilegiados y beneficiarios de la
situación.
Ineludible es la misión de puente para el
anti-19 de julio descarado, para la anti-Cruzada que -consciente o
inconsciente, de acuerdo o enfrentado con la situación gobernante, con Lausanne
o Estoril-Lourdes, con socialismo, democracia-cristiana o boina roja- tendría
el juanismo, de implantarse en España.
Escandalosa sería la traición a la patria si se
la entregase o se permitiera que cayese en brazos de una nueva República.
Y como ya hemos visto hace un momento, no
podemos sopesar siquiera la hipótesis de una situación "Don Javier" o
de su hijo Don Hugo (aun con la "ayuda" del neo-cedismo personal de
Valiente y compañeros), porque no existe realmente, sólo representa una
entelequia, carece de propia sustantividad, no significa más que otra mítica
faceta del "Movimiento", otra ficción-pantalla de la situación
gobernante, en la que "abdico" reiteradamente -en cuanto a Don Hugo y
Valiente recuérdense, entre otros actos, su asistencia y discursos respectivos
en Montejurra y Villarreal- sus ilegitimados, inexistentes o non natos
poderes.
En otras palabras (prescindiendo de la última
hipótesis, por inexistente), para nuestra patria la implantación de cualquier
República sería mucho peor que la vuelta al 17 de julio de 1936; la
implantación del juanismo -con o sin boina roja- mucho peor que la vuelta al 13
de abril de 1931; la continuación de la situación actual gobernante (con o sin "el
refuerzo" Don Javier-Don Hugo-Valiente) mucho peor que la etapa de ella
que llevamos soportada. En cualquiera de los tres casos, el suicidio de España.
Pero la misericordia de Dios es infinita y
España está de vuelta, aunque a costa de ríos de sangre, de liberalismos y
socialismos más o menos conservadores o "avanzados", monárquicos
(dígalo el 12 de abril de 1931) o republicanos (dígalo el 19 de julio de 1936),
de totalitarismos y tiranías (dígalo la España de hoy), de anarquías (dígalo la
dictadura de Don Miguel Primo de Rivera), de mentiras "políticas" de
todas clases (dígalo la inestabilidad de todas las situaciones que se han
sucedido en nuestra patria desde que hace más de cien años le fue arrebatado el
que, a pesar de sus defectos humanos, que hay que corregir y con la ayuda de la
Providencia se corregirán, y es su régimen propio).
El régimen propio de España, única solución
Resulta,
pues, evidente que el único y radical remedio de España está en que
recupere ese su régimen propio tal como empezó a presentarlo y ofrecerlo a toda
ella en 1936 el Carlismo, por su milicia el Requeté; hasta que la situación
actualmente gobernante logró falsificar la Cruzada bajo el nombre de Movimiento
y de F.E.T. y de las J.O.N.S., y con ello enmascarar una vez más la propia
naturaleza de nuestra patria, degradándola en lo posible.
No decimos -bien al contrario- que para que
vuelva a colocarse España en su sitio haya que incrustarle una corona real
falsificada y usurpada, a semejanza de la que le impusieron sus enemigos
durante la mayor parte de los siglos XIX y XX.
Decimos que para que pueda recobrar su
personalidad, dignidad y bienestar es imprescindible y suficiente empezar por
ayudarle a rescatar, puesto al día, su régimen propio completo, con todas sus
instituciones y espíritu, el de Dios-Patria-Fueros-Rey, el de Cruzada -Dios es
lo primero en nuestro lema-, en una palabra, el propugnado, en lo humano y
colectivo, exclusivamente por el Carlismo en los ciento veinticinco años,
incluso durante el Alzamiento de 1936, que gracias a Dios y a su instrumento,
el Carlismo fue, al principio, verdadera Cruzada.
Y es evidente que porque sólo el Carlismo ha
propugnado colectivamente el régimen propio, completo de España y continúa
propugnándolo hoy -en nuestra destrozada y atomizada sociedad española-, sólo
el Carlismo ofrece garantías así de esforzarse de veras y con aptitud en
luchar, acompañado por los buenos españoles, por su implantación, como de
conseguirla. Con la ayuda de Dios y si ésta es su voluntad soberana.
En su artículo "Gobernar desde fuera"
("Obras completas", Junta del Homenaje, tomo XIII, págs. 209 y
sigs.), entre otras muchas cosas de perfecta actualidad, dice Mella:
"Cuando no se puede gobernar desde el Estado con el deber, se gobierna
desde la sociedad con el derecho". Labor sacrificada, pero
eficacísima.
A este esfuerzo, es este momento -porque digan
lo que digan los arribistas de toda clase, hoy no se puede gobernar desde el
Estado con el deber-, llama, convoca y apremia la Regencia Nacional de
Estella, en nombre y representación del Carlismo, de la Comunión
Tradicionalista, de España, a todos los carlistas y a todos los españoles. Y a
gobernar desde el Estado con el deber -si antes no ha podido ser
proclamado el legítimo Rey de España que lo haga- se propone y espera
conducirles el día señalado por Dios que, en las actuales circunstancias, puede
estar a la puerta.
En un lugar de España, en la Festividad de la
Monarquía Tradicional del año del Señor de 1959.
(*)En el texto que sigue hay algunos párrafos
sin sentido, debido a la omisión de algún verbo o palabra clave; esto es fruto
natural de las imprentas deficientes, de caja, de la clandestinidad auténtica.
Fuente: Apuntes y documentos para la Historia del Tradicionalismo español. Manuel de Santa Cruz.